El apego es algo innato en la crianza de nuestros hijos. Es la capacidad de los mamíferos de vincularnos a otra persona para que ésta nos proteja, y nos aporte el cariño necesario para poder desarrollarnos plenamente. Lo que pasa es que debemos construirlo de forma segura, correctamente, porque si no podrán desarrollarse problemas en el futuro de los pequeños.
La psiquiatra Nuria Núñez explica que el apego seguro se va construyendo desde que el bebé nace, a partir de la relación del pequeño con sus cuidadores o padres, con sus «figuras de apego», de manera que, «a través de cómo nos cuiden y enseñen, van a enseñarnos a relacionarnos con el mundo».
En ‘Los niños también se deprimen’ (La Esfera de los Libros), por el que la entrevistamos en Infosalus, manifiesta que un niño con apego seguro es aquel que ha aprendido que es querido y en consecuencia para él, el mundo es seguro, tiene la autoestima alta, o por ejemplo sabe desenvolverse sin problemas en sociedad.
«Si un bebé no es consolado en su demanda, ni es atendido por lo que sea, no será capaz de calmarse, y vivirá en un estado constante de estrés y de ansiedad. Desarrollará creencias del tipo ‘estoy solo’, ‘no puedo confiar’, ‘no pertenezco a un grupo’, etc. En cambio, si cuando somos pequeños nos enseñan que nos van a atender siempre, cuando nos relacionemos con iguales o adultos entenderemos así el mundo, como un lugar seguro, placentero, donde la gente nos va a tratar bien», subraya esta especialista.
Pero si no nos han cuidado correctamente y nos han transmitido que no somos importantes, o que nuestras opiniones no son dignas de ser escuchadas, Núñez mantiene que estos pequeños desarrollarán creencias negativas sobre sí mismos, que condicionarán en el futuro el cómo se enfrentarán al mundo.
CÓMO SE CONTRUYE EL APEGO SEGURO
El apego dice que se construye desde que nos ponen al bebé en brazos en el hospital. ¿Y cómo construirlo en el día a día de forma segura? Insiste en este aspecto en que lo importante es que el bebé se sienta siempre cuidado, visto, es decir, que si estoy con el bebé no estoy mirando la tele o a una pantalla o sin hacerle caso, y que si llora le atendamos.